Durante casi un siglo fue un enclave importante en el tráfico de trenes. Pasajeros y mercancías pasaron por este lugar durante gran parte del siglo pasado, sirviendo sobre todo como transporte del carbón de las cuencas mineras de Belmez y Espiel en la vecina provincia de Córdoba.
Aún hay personas mayores en Cabeza de Buey que recuerdan los dos trenes blindados que circularon por esta línea durante la guerra civil, poco antes de que Almorchón quedara reducido a escombros.
El poblado fue reconstruido durante los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, por lo que casi todo lo que podemos ver ahora pertenece a esa época. Después vinieron sus años de apogeo, la década de los sesenta; de hecho, en la fachada de la iglesia campea la fecha de 1970.
A partir de este momento, el auge del transporte por carretera y la escasa implicación de las instituciones públicas en el entramado ferroviario del país trajeron consigo la disminución del tráfico de trenes en esta línea. En 1974 cesa el tráfico de viajeros en la línea de Córdoba y comienza una emigración paulatina que aún hoy no ha terminado.
Almorchón, poblado ferroviario trazado a base de calles paralelas y perpendiculares, contó en su día con estafeta de correos, economato, iglesia, dos grandes residencias de ferroviarios, un original puente de cambio de vías y clasificación de vagones, que todavía puede verse junto a la playa de vías, y una escuela-teatro que aún se conserva.