El gran latifundio donde se asienta fue parcelado y distribuido entre los colonos que estuvieran dispuestos a dedicar su vida al cultivo de la vid. Además de su viña, cada parcela contó con su propia vivienda de tres habitaciones, salón comedor, cocina y cobertizo.
El enorme edificio simétrico que se ve desde la carretera es la bodega cooperativa que aún a día de hoy alberga más de un centenar de conos de cemento.Pero además, este formidable complejo contó con lagar, escuela, economato e iglesia; todo construido de manera simétrica y en terrazas para aprovechar la orografía del terreno.
Las zarzas que invaden la bodega hacen imposible acceder al interior, pero es fácil imaginar la grandeza del proyecto con solo contemplar desde fuera las ruinas que quedan.