Arroyo de Malpartida es un nombre escrito con letras mayúsculas en la historia del tren de nuestro país, no en vano aquí hubo uno de los más grandes depósitos ferroviarios de la península a partir de octubre de 1881, momento en que se crearon esta estación y el poblado.
El último tercio del siglo XIX significó la introducción y el posterior e imparable ascenso de la tracción a vapor. Nuestro país empezó a llenarse de trazados ferroviarios, viaductos, túneles y poblados surgidos a la sombra del tren. Sin duda, Arroyo de Malpartida es uno de los más genuinos ejemplos de ello.
Estos hombres que encontré me hablaron del trajín diario que vivieron aquí cuando niños, de la llegada incesante de viajeros y mercancías a la estación, del trasiego de locomotoras y convoyes ferroviarios,... cosas que hoy son difíciles de imaginar viendo la soledad que se respira en el lugar y los escasos trenes que pasan por aquí, la mayor parte de las veces sin parar siquiera.
Dos son las causas del paulatino abandono de este sitio: la desaparición de las locomotoras de vapor, en beneficio de las movidas por diésel primero y por la electricidad después, y el nuevo trazado de las vías hasta Cáceres capital.
