En Zarandas, justo en la salida del túnel 16, que sale de Corta Atalaya, es donde se empezó a construir Naya, en el último tercio del siglo XIX, con la finalidad de albergar a los trabajadores de la planta de tratamiento de mineral.
Este poblado se edificó en varias calles paralelas y una perpendicular, contó con una pequeña ermita en uno de sus extremos, un economato, una escuela, un casino minero, un cuartel de la guardia civil, un lavadero público y una recoleta placita diseñada en terrazas.
Algo alejado de lo que fue todo este núcleo poblacional, así como de la zona fabril, este cementerio es lo único de Naya que subsiste en la actualidad.