El Alamín es un poblado de vida efímera. Se construyó cerca del río Alberche en 1957 para acoger a los jornaleros que trabajaban en las fincas del marqués de Comillas. Sin embargo, tan solo cuarenta años después el lugar quedaba vacío.
Las cuarenta viviendas con que contó El Alamín están dispuestas en varias calles, cuyo trazado perpendicular tiene mucho que ver con los poblados que se construyeron en nuestro país al amparo de los planes de regadío, entre las décadas de los cincuenta y los setenta del siglo pasado.
Además de las casas, aún pueden verse la iglesia, la escuela con sus dos aulas, el bar, un pequeño convento y dos piscinas públicas, todo ello no demasiado bien conservado si tenemos en cuenta que solo hace quince años que El Alamín quedó deshabitado.