domingo, 10 de abril de 2016

ARROYO DE MALPARTIDA

Arroyo de Malpartida era una de mis grandes asignaturas pendientes en la provincia de Cáceres. Hace unos días fui por fin a conocer este sitio, donde además tuve la suerte de hablar con dos antiguos trabajadores de RENFE, cuyas infancias y adolescencias transcurrieron aquí y que, como yo, estaban de visita. Ellos me contaron de primera mano la historia de este emblemático enclave ferroviario.









Arroyo de Malpartida es un nombre escrito con letras mayúsculas en la historia del tren de nuestro país, no en vano aquí hubo uno de los más grandes depósitos ferroviarios de la península a partir de octubre de 1881, momento en que se crearon esta estación y el poblado.


El último tercio del siglo XIX significó la introducción y el posterior e imparable ascenso de la tracción a vapor. Nuestro país empezó a llenarse de trazados ferroviarios, viaductos, túneles y poblados surgidos a la sombra del tren. Sin duda, Arroyo de Malpartida es uno de los más genuinos ejemplos de ello.



Estos hombres que encontré me hablaron del trajín diario que vivieron aquí cuando niños, de la llegada incesante de viajeros y mercancías a la estación, del trasiego de locomotoras y convoyes ferroviarios,... cosas que hoy son difíciles de imaginar viendo la soledad que se respira en el lugar y los escasos trenes que pasan por aquí, la mayor parte de las veces sin parar siquiera.





Dos son las causas del paulatino abandono de este sitio: la desaparición de las locomotoras de vapor, en beneficio de las movidas por diésel primero y por la electricidad después, y el nuevo trazado de las vías hasta Cáceres capital.
Cuando uno piensa en el millar largo de habitantes que hubo en Arroyo de Malpartida a finales de los años sesenta del siglo pasado, no es fácil entender cómo menos de un lustro después el poblado comenzó a vaciarse.
Hoy día los pabellones de viviendas construidos en piedra a lo largo de la playa de vías semejan una pequeña ciudad de silencio, sólo las cigüeñas de sus chimeneas dan una nota de vida al lugar.