sábado, 3 de mayo de 2014

ESTACIÓN RÍO ZÁNCARA

Dicho de una manera amable, Villarrobledo, Socuéllamos o Río Záncara son nombres de estaciones de tren que me recuerdan mi pasado militar. 


Nuestro tren efectuaba aquí una parada muy breve, pero suficiente para permitirnos atisbar el complejo de edificios que se levantaba a ambos lados de la vía, sobre todo detrás de la propia estación.





Recientemente he vuelto aquí por primera vez desde entonces. El hecho de que ahora esté todo reducido a ruinas me ha causado un raro asombro.


Se intuyen más que se ven las calles que surgieron al socaire del tendido ferroviario y que conformaron este pequeño núcleo lleno de vida. 


Bodegas, escuela, almacenes y viviendas, sólo habitadas ahora por roedores, e incluso una pequeña ermita, a un centenar de metros de aquí, acompañada de más viviendas y bodegas... todo está hoy día destruido y abandonado.


Pocas preguntas bastaron en el pueblo vecino para saber del pasado y del presente de este lugar: hace años que no se detienen los trenes aquí; nada queda de aquel trajín de viajeros y mercancías que conocí hace más de treinta años y que yo venía buscando cuando me encontré con este lugar desolado y vacío.