viernes, 9 de junio de 2017

PALACIO DE LAS POYATAS

Había leído tanto sobre este palacete que, en cuanto he tenido ocasión, me he acercado a echar un vistazo y a conocerlo de primera mano.


El palacio de Las Poyatas se levanta en una zona de lomas bastante áridas, entre los valles de dos ríos, el Matachel y el Palomillas. 
A la hora de la siesta, cuando llegué hasta aquí, el calor era tremendo y la soledad casi podía oírse.


Se trata de una construcción de finales del siglo XIX y principios del XX, atribuida al gran Aníbal González, con cuyo tipo de arquitectura conecta perfectamente el estilo de este palacio.



Este edificio, concebido en principio como vivienda de ocio para sus dueños, tiene la apariencia de una pequeña fortaleza de dos plantas con un torreón central, almenas y pequeñas torres-garita en sus esquinas, que tienen cierta conexión visual con los postes de la cerca exterior.




Además de salones con chimenea, cuartos de baño, estancias, galerías, patios interiores y jardín con estanque, el palacio tiene, al igual que otros grandes cortijos, su propia capilla.






Poco tiempo la disfrutaron sus propietarios pues, iniciada ya la guerra civil, fue reformada por Luis Morcillo para que sirviera de sanatorio antituberculoso, cometido que desempeñó hasta bien entrados los años sesenta del pasado siglo. Desde entonces el edificio está sin uso, aunque una parte se utiliza como almacén de la finca.