miércoles, 17 de mayo de 2017

CONVENTO SAN ANTONIO DE PADUA

Estas imponentes ruinas se vislumbran desde bastante antes de llegar a ellas; la torre principal, los muros semiderruidos, las columnas de la planta superior del claustro y algunos arcos van apareciendo ante nuestra mirada atónita a medida que nos acercamos.



María Teresa de Guzmán hizo la promesa en el siglo XV de construir este colosal edificio si su marido, el conde de Alba de Liste, era liberado por los portugueses.



Ahora, más de cinco siglos después, poco queda del antiguo esplendor de este convento franciscano.

La iglesia, con una impresionante bóveda de crucería, su torre y las columnatas del claustro son quizá lo más destacable en este conjunto arquitectónico que se debate entre los estilos gótico y renacentista.

De su interior ha desaparecido todo, sólo las magníficas pinturas de sus paredes subsisten al vandalismo y al paso del tiempo.
Las sucesivas ventas y subastas que sufrió este lugar después de la desamortización no hicieron más que acelerar su imparable proceso de ruina.




La maleza ha ido conquistando los patios y los espacios exteriores dando a este sitio una inequívoca imagen de olvido y abandono. 


No parece que las instituciones y los organismos encargados de velar por nuestro patrimonio estén muy preocupados por el estado de conservación de este conjunto conventual, que día a día sigue deteriorándose sumido en el más completo olvido.