sábado, 12 de octubre de 2013

POBLADO QUEIPO DE LLANO

A pesar de que su nombre traerá buenos recuerdos a unos y sarpullidos a otros, tenía muchas ganas de venir hasta este poblado abandonado y conocerlo de primera mano. No hace mucho vine.


Al salir de clase, mi amigo Manolo Guerrero y yo nos acercamos hasta aquí a bordo de nuestras bicicletas. 

Aunque los primeros asentamientos datan de los años de la guerra civil, las calles y viviendas que aún subsisten son de mediados del pasado siglo. 
Está a un tiro de piedra del río Guadalquivir y junto a uno de los canales más grandes que atraviesan la zona. 
Según conversaciones con algunos antiguos vecinos, quedó deshabitado hace unos quince años y, por la amplitud de su caserío, podemos creer que contó con medio millar de habitantes. 


Aún quedan en pie varias calles, una pequeña capilla, la casa de los capataces con un pequeño parking cubierto, algunos almacenes y cuadras, varias pajareras y lo que parece ser un antiguo generador de electricidad.




Poca gente recuerda hoy este poblado de colonización perdido en medio de las marismas arroceras sevillanas.


 

martes, 8 de octubre de 2013

EL TORBISCAL

Encontramos este poblado cuando regresábamos de navegar en la desembocadura del Guadalquivir mi hermano Pedro y yo, con los compañeros Luis y José Antonio.



Se trata de El Torbiscal, un lugar del que ninguno de nosotros había oído hablar, ejemplo de arquitectura paternalista.





Existe en la red un reportaje de este lugar, aparecido en el NODO en 1946, en el que se deduce que esa fue su fecha de fundación. 




Los más de doscientos vecinos de El Torbiscal disfrutaron de escuela, iglesia, centro médico, tienda de comestibles, casino, garaje comunal, cine-teatro y piscina. 



Su gestión, dirigida por un economista, y su plan de trabajo, diseñado por ingenieros agrícolas, hicieron de este pueblo un lugar cuyo progreso asombró a propios y extraños.
El Torbiscal fue el núcleo de la finca del mismo nombre, donde se pusieron en práctica novedosas técnicas de riego y algunas plantaciones con cultivos experimentales. En los años setenta y ochenta, momento de su apogeo, llegó a contar con casi quinientos empleados.
Al parecer, el abandono del pueblo tuvo su origen en el cambio de dirección de la empresa. Sus últimos habitantes se marcharon de aquí hace apenas dos años.