Al salir de clase, mi amigo Manolo Guerrero y yo nos acercamos hasta aquí a bordo de nuestras bicicletas. 

Aunque los primeros asentamientos datan de los años de la guerra civil, las calles y viviendas que aún subsisten son de mediados del pasado siglo.
Está a un tiro de piedra del río Guadalquivir y junto a uno de los canales más grandes que atraviesan la zona. Según conversaciones con algunos antiguos vecinos, quedó deshabitado hace unos quince años y, por la amplitud de su caserío, podemos creer que contó con medio millar de habitantes.
Aún quedan en pie varias calles, una pequeña capilla, la casa de los capataces con un pequeño parking cubierto, algunos almacenes y cuadras, varias pajareras y lo que parece ser un antiguo generador de electricidad.
Poca gente recuerda hoy este poblado de colonización perdido en medio de las marismas arroceras sevillanas.
Poca gente recuerda hoy este poblado de colonización perdido en medio de las marismas arroceras sevillanas.