Llegar hasta arriba es comprobar la ruina de este antiguo reducto árabe. Poco más que la torre del homenaje, en perfecto estado de conservación, y algún lienzo de muralla es lo que podemos ver al coronar el promontorio, cuyas vistas son espectaculares.
La historia de este lugar es nuestra historia: la dejadez absoluta unida a la barbarie que de cuando en cuando sale de la entelequia humana.
Alfonso VI arrebató este lugar a los musulmanes en el siglo XII y remodeló el castillo.
Trescientos años después, navarros y castellanos lucharon aquí encarnizadamente por la posesión de la fortaleza.
Posteriormente, la invasión francesa y la guerra civil acabaron de derribar los muros y torres, de los que no quedan más que algunos atisbos.
A estas dos confrontaciones bélicas les siguió el abandono definitivo que ha desembocado en la ruina actual.
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