martes, 2 de junio de 2020

EL ÁNGEL DE LA PAZ

Al coronar el Cerro de las Aguzaderas, aparece el monumento del Ángel de la Paz, mutilado desde el intento de voladura por parte de varios terroristas en 1976, probablemente enarbolando la bandera de la paz y la justicia, como cualquier otro grupo talibán.


El republicano Juan de Ávalos fue elegido por el régimen franquista -algo de lo que podrían tomar nota nuestros políticos actuales- para diseñar y levantar este monumento, cuyo aspecto original recuerda a las figuras del Valle de los Caídos, realizadas por el mismo autor.


No es difícil encontrar en internet fotos con el aspecto original del monumento. Ávalos lo diseñó en 1964, como un coloso de cobre de más de quince metros de altura entre dos hitos verticales de obra, diez metros más altos.

La explosión acabó con gran parte de las piezas de bronce repujado que lo formaban y las que quedaban han sido expoliadas no hace mucho, con la indolencia cómplice de cuerpos de seguridad y gobernantes, para quienes el Ángel de la Paz parece ser una herencia no deseada.
El esqueleto que hoy día otea el paisaje, desde lo más alto del Cerro de las Aguzaderas, no es más que la estructura de hierro que soportó la estatua de bronce, durante casi catorce años.
Visto el desinterés de los gobiernos que han pasado por el ayuntamiento en las últimas décadas, no parece quedarle un futuro halagüeño a este montón de hierros retorcidos que sigue poniendo una nota solemne en este lugar cargado de historias y traiciones.

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