La construcción del embalse de Alcántara en el año 1970 hubiera dejado esta colosal obra arquitectónica, de casi trescientos metros de longitud, bajo las aguas del río Tajo, si no se hubiera desmontado, trasladado a este lugar y vuelto a montar.
El paraje, solitario y árido, a unos seis kilómetros de su ubicación original, sobre el Tajo, confiere a esta construcción un punto de inquietud y calma.
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