
Este singular edificio, diseñado bajo los cánones de la arquitectura portuguesa tradicional, aparece de pronto en la carretera cuando uno entra en el país vecino desde Extremadura.
Sorprende que, pese a su abandono hace casi treinta años, este edificio se conserve en buen estado, lo cual dice mucho del civismo de la gente que transita por aquí.
Sin embargo, sigo deteniéndome aquí cada vez que paso por este lugar, quién sabe si para saborear aquellos días ya idos en que hacerlo era obligatorio.
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